El otro día volvió el diablo, me encontró despierta pensando en ti. Como no aprendí a disimularlo, se dio cuenta y aprovechó para atormentarme otra vez, y otra vez, como un grito atrapado dentro de un caracol, que viaja siguiendo un extraño y misterioso camino.
Le volví la espalda, el diablo se metió bajo las cobijas y me abrazó rodeándome sutilmente con crueldad, suspiró y ese airecillo fue tomando forma de tu voz, como un ciento de buitres esperando. Cerré los ojos con furia, tal vez, si cree que ahora estoy dormida se marche. Pero no cayó en mi engaño. Acercó sus labios en mi espalda, y esa sensación húmeda se volvió un gusano recorriéndome el cuerpo.
Durante la tarde no había hecho otra cosa que llorarte, la estancia no podía contener mi angustia, y ahora, ya de noche, todo era dar vueltas y vueltas sobre la cama, el diablo sabe bien como torturarme. Pero que hayan aumentado sus visitas me asusta, sé que algo muy malo está cerca y con el corazón tan débil, no creo poder comprenderlo cuando llegue el momento, si es que llega.
Porque a veces, es sólo el diablo que se aburre...
1 opiniones trasnochadas:
Gozamos de infierno
propio
único
personal
un lugar perfecto para sufrir
cómo nos plazca mejor.
[Quedé encantado. Es una imagen completa sin dejar nada suelto. Un fragmento excelentemente narrado]
Mosca
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