Ya que no se puede dormir, y que el frío es un cocodrilo que nos devora con sus fauces a ritmo de jazz; uno se envuelve pesadamente con las cobijas que no alcanzar a arropar los pensamientos nocturnos, y la duermevela parece no tener principio ni fin, es una señorita caprichosa que nos coquetea, pero nunca se decide a invitarnos a bailar, y ya que es todo eso...
0 opiniones trasnochadas:
Publicar un comentario