5.10.10

El somniloquio enamorado


Aunque Javier no la quiere, siente un gran placer cuando duerme en la cama de Ximena. Ni siquiera es que el acto sea meramente reducido a lo sexual, no. Muchas veces, pretextando estar preocupado por su salud, toca la puerta con pequeños golpecillos, que aunque amables, anuncian que con autorización o no, Javier entrará a la habitación. 
Ximena siempre contesta "adelante", con la voz cansada que la enfermedad le ha dejado, esboza una sonrisa de amabilidad al ver a Javier con gesto preocupado, y vuelve a recostarse. Su cuerpo menudo y debilitado se hunde entre los sábanas finas y su cabeza confundida reposa sobre un exceso de almohadas.
Javier, como si de un descuido se tratará, se sienta primero en el borde de la cama  y toma con suavidad la mano de Ximena, ella le pide no preocuparse, confiesa que aunque no se ha sentido mejor, tampoco ha empeorado, y eso es ya bastante.
Javier le pasa el dorso por la frente para averiguar si hay rastros de fiebre y al descubrir a su mujer como si nada, otro día más de fatiga cardiaca y palpitaciones, se sienta un poco más adentro de la cama y recarga el codo sobre el colchón de primera. 
Para estar un poco más cómodo, se afloja el nudo de la corbata, y aprovechando la gentileza de su esposa, deja que sea ésta quien lo libere de la prenda, la cual dobla con sumo cuidado y deposita sobre la mesita de dormir. 
Como Javier sigue nadando cama adentro, Ximena se recorre para hacerle suficiente espacio a su esposo, quien se acuesta por completo sobre la cama con todo y zapatos. Ella vuelve a incorporarse y se deshace ahora del saco. Él aprovecha para sacarse los zapatos como si fuera un niño y los deja caer sobre el suelo alfombrado. 
Como ninguno tiene algo que decirse, vuelven a discutir acaloradamente sobre la decisión de divorciarse, o los resultados mediocres de los últimos negocios emprendidos en la empresa. Ximena admite que no ha hablado todavía con su padre, pero en cuanto éste cumpla sesenta años y de una gran fiesta para sus amigos, tomará valor para sincerarse con él, y anunciarle, sin ningún temor ni deseo de retroceder, que su matrimonio está a punto de disolverse. O Javier termina insultando al padre de Ximena, que siempre encuentra forma de arruinarlo en los negocios, olvidándose de aquello de que "la familia es primero".
Como estos son temas viejos bastante masticados, ambos van adormeciéndose con la rutina. Aunque Ximena está débil todo el tiempo, el primero en dormirse es siempre Javier, que con la ropa puesta, se acurruca sobre el pecho de Ximena, y emite unos resuellos, y esa forma de cerrar los ojitos que... uno creería que es un ángel. Ella, incapaz de cargarlo, se levanta de la cama y del clóset saca un edredón para cubrirlo, luego extiende la mano para apagar la lámpara, y duerme de espaldas a él, quien instintivamente rodea su cintura con los brazos.Ella se mueve poco, él, por el contrario, conforme avanza la noche, va abrazándola más y más, y sin despertar acerca la boca a su oído para repetir "te quiero, te quiero", hasta que amanece. 
Apenas clarea la habitación, Ximena intenta levantarse para comunicarle a la servidumbre las labores del día. El brazo de Javier persiste y se niega a soltarla, aún escapa un "quédate un poco más" y ella no tiene otra que permanecer cinco minutos extras junto a su esposo. Cuando éste termina por despertar y se descubre solo, mira la habitación de Ximena a la que tiene prohibido entrar por orden médica, recoge sus prendas y marcha a su habitación a bañar.
Baja reconfortado por el sueño cálido de anoche, y descubre a Ximena quien lo espera dócil para desayunar. Él alega no tener hambre y no desaprovecha cualquier oportunidad a la mano para hacerla sentir mal, porque su presencia, prácticamente hace mucho que le resulta insoportable. "Eso es lo que pasa si te casas no estando enamorado, sólo porque a los negocios de tus papás les conviene que así sea".   Javier marcha molesto al trabajo, y Ximena llora por los agravios que éste le ha proferido, se aflige de tal modo que su corazón se acelera o paraliza, y es menester que vuelva a la cama a descansar, donde Javier, al volver del trabajo, la encontrará casi dormida.

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